Después de una bonita noche de avistamiento de auroras partimos rumbo a los fiordos del oeste. El viaje en furgo ese día iba a ser largo. Por el camino, unas fotos de paisajes, animales,...
Como primer desvío pasamos recorriendo la península de Vatnsnes. Pronto los carteles indican lugares donde poder ver focas. Ese era nuestra objetivo, pasar un rato observando a estos animaletes tan simpáticos. La carretera de grava estaba en bastante mal estado.Nos decidimos a ver las focas en Illugastaðir, donde dejas el coche y sigues un pequeño sendero a pie hasta una caseta donde tienes un par de prismáticos para poder verlas más de cerca y donde puedes firmar el libro de visitas, donde los días previos a lo sumo pasaba una pareja por allí. Aunque tengas los prismáticos, las focas se pueden ver perfectamente sin ellos. Son algo asustadizas si intentas acercarte más de la cuenta, por lo que mejor, si no quieres ahuyentarlas, no intentes acercarte demasiado.
Después de una buena sesión de focas y de romperse el obturador de la 40d, seguimos rumbo a los fiordos, pues queríamos llegar lo más al oeste posible. La carretera principal pasó a ser de gravilla, con bastantes baches, por lo que aprovechamos a rodar lo máximo posible antes de que cayera la noche.
Casi ya sin luz, paramos en el primer pueblo que encontramos. No recuerdo bien su nombre, pero era un ejemplo más de que en Islandia muchos pueblos eran exactamente una casa. Cenamos en la furgo y pronto empezó un nuevo espectáculo de auroras boreales. La novedad esta vez es que empezaron con las últimas luces del atardecer, lo que nos dejó auroras acompañadas de un cielo precioso, con los fiordos del oeste como espectadores de lujo.