Como comentaba en la entrada anterior, partimos de noche desde Seydisfjördur hacia Dettifoss, donde haríamos noche.
Fue una tirada por largas rectas con subidas y bajadas, hasta llegar al último tramo no asfaltado. La Lonely Planet decía de ese tramo que sus bandas en forma de baches tocaría los webs del más paciente, y aunque no pensé que fuera para tanto, sí que lo era. La furgo vibraba tanto y tan fuerte que con todos los cachivaches que había dentro parecía un concierto aquello. Eso unido a que hicimos el tramo bajo una oscuridad total y un poco de cansancio, hizo que cuando llegamos respiráramos aliviados.
Aparcamos allí, donde nos dijo el GPS que era la llegada, porque no se veía absolutamente nada. El viento era brutal, lo que hizo que pasásemos una noche un poco incómoda en la furgoneta.
Cuando amaneció salí de la furgo a echar una ojeada y me encontré con un paisaje espectacular. Un cañón precioso acompañado de un cielo azul oscuro que le daba un toque de dramatismo.
Cerca, no sabíamos muy bien donde pero la oíamos, Dettifoss, la cascada más caudalosa de Europa. Cuando me asomé un poco más la ví allí, estaba muy cerca y unos valientes habían acampado a su vera.
Partimos de caminata a ver la cascada de cerca y a ver Selfoss, otra cascada río arriba más al sur (1,5km desde Dettifoss). Unas cuantas fotos de ambas cascadas, como siempre con la dificultad de hacerlas con las salpicaduras de agua.
Vuelta al coche y partimos camino de Ásbyrgi, pero antes pasamos a echar un vistazo a la tercera cascada consecutiva que hay en el río Jökulsá á Fjöllum(más al nortde de Dettifoss), Hafragilsfoss.
Continuamos nuestro camino a Ásbyrgi, una garganta con forma de herradura de hasta 100 metros de altura y con una anchura máxima de hasta 1km. En el centro un bosque repleto de arbolitos. Donde se junta la herradura, un pequeño lago con unos reflejos brutales, que apenas te permitía diferenciar qué parte era agua y qué parte no.
Después de dar un paseo por el bosquecillo cogimos carretera rumbo a Húsavík. Unas fotos por el camino y a la llegada un paseo por allí para conocer un poco el pueblo, que vive en su mayoría de la pesca y del turismo de visita de ballenas. Un bañito en la piscina del pueblo y primera cena fuera de la furgo en el restaurante típico del pueblo, Gamli Baukur,muy acogedor y con buena relación calidad precio.
Después de ahí para la cama que al día siguiente tocaba salir a ver ballenas
2 comentarios:
Qué haríamos sin GPS!!
Pedazo viaje, menuda envidia (sana eh? :-p)
Y eso que el pollo de la furgo dijo que allí no hacía falta, pero... hace, hace.
Un viaje muy guapu nin, pa repetir, que queda mucho por ver
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