Despertamos pronto tras nuestra primera noche en la furgoneta a los pies de Gullfoss.
Suelo helado debido, por supuesto, al frío y ayudado por el spray de agua que lanza la cascada. Amaneció bonito y con sol.
Ladeamos la cascada por el sendero marcado y nos acercamos al primer desnivel de la caída de agua. Haciendo malabares para evitar no caernos por los charcos y piedras heladas nos enrollamos cerca de un par de horas disfrutando y echando fotos. Desde cerquita de la cascada podías sentir la fuerza del agua y disfrutar de las vistas del cañón por donde sigue el agua de Gullfoss.
Después de un rato allí, completamente solos (no por la dificultad de llegada ni por la época, sino más bien por lo tempranito que era) emprendimos la marcha dirección este. Siguiente parada otra cascada: Seljalandsfoss. Está en la propia ring road justo al tomar desvío hacia Þórsmörk, primer lugar que nos quedamos con ganas de ver, pues la carretera era sólo apta para todoterrenos y tiene muy buena pinta (quizá para la próxima vez).
Siguiendo con Seljalandsfoss, cascada con una caída de 60 metros y con un chorro relativamente estrecho (en comparación con las grandes cascadas Islandesas) pero muy poderoso. Hay un senderito que rodea la cascada por su lado trasero, por lo que puedes tener una perspectiva diferente. Una vez más el spray de agua dificultaba un poco las fotos (como en todas las cascadas prácticamente)
Vista la cascada decidimos hacer un intento por la carretera hacía Þórsmörk, pero pronto nos señalizaron que la carretera era sólo apta para todoterrenos, por lo que dimos media vuelta. Seguimos la ring road hacia la siguiente parada, como no, otra cascada: Skogafoss, más bonita y fotogénica para mi gusto que la anterior, por su anchura y sus alrededores. Con una caída de 60 metros cuenta con una anchura de 25 metros, lo que la hace realmente impresionante.
Skogafoss sí que está a pie de carretera principal, por lo que es bastante frecuentada. Allí nos encontramos algo más de gente y algún autobus turístico.
Llegados a este punto el día ya estaba cerrado y después de comer en la furgo y emprender la marcha empezó la lluvia. Seguimos dirección Dirholaey, pequeña península con playas de arena negra y arcos en medio de los acantilados. La luz no estaba ya para muchas fotos, pero sí que había que sacar alguna de recuerdo.
Por primera vez vi que las olas islandesas son realmente buenas, con unos lineups perfectos y siendo cabalgados por alguna que otra foca.
Aprovechamos lo poco que quedaba de luz para seguir rumbo (disfrutando de las vistas) al Parque Nacional Vatnajökull, donde hicimos noche en el parking donde comienzan las rutas. Pero eso ya lo contamos otro día.
2 comentarios:
Mola tío, sigue sigue!! ;-)
Buenas fotos y buen texto.
Espero impaciente más
bs ma
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