Amanecimos el día 4 entre bruma y lloviznas en algún lugar de la zona sureste. Las ovejas campaban a sus anchas por los prados cercanos y al otro lado de la carretera había una playa muy grande.
La idea era llegar a Egilsstaðir para desde ahí preguntar en una oficina de información y turismo qué Fiordos nos merecía la pena ver, pues sólo queríamos echar un día por esa zona.
Comenzaba la verdadera aventura. Uno de los desvíos a tomar era un carretera de grava chunga, que unido a la bruma que no dejaba ver más de unos pocos metros, los baches, la lluvia y unos desniveles de órdago lo hicieron una experiencia única y un buen entrenamiento para lo que nos esperaría después.
Tras un buen rato de un tipo de conducción de esas que nunca olvidarás, cogimos al fin un tramo asfaltado y llegamos a nuestro destino; Egilsstaðir. Debido al frío y al agua paramos un rato y tomamos un café con nuestra primera conexión a internet para mirar previsiones de tiempo y auroras.
Pasando por información y turismo nos recomendaron, por cercanía y para el tiempo del que disponíamos ver dos fiordos: Mjóifjörður y Seydisfjördur. El primero de ellos nos lo desaconsejaron, pues decían que la carretera estaba muy chunga. Yo pregunté que si era necesario todo terreno y dijeron que no, así que decidimos ir a los dos...Qué ingenuos somos :D Estábamos a punto de vivir nuestra "mejor" experiencia en carreteras islandesas. Rumbo a Mjóifjörður!
Después de un rato por carretera bien asfaltada giramos a la izquierda. Un cartel señalaba cuidadín, cuidadín! Carretera de grava y desniveles del 18%.
Yo me dije... peor que por donde hemos venido no será...y lo era, vaya si lo era. La subida al fiordo fue más o menos limpia, pero llegando arriba empezamos a ver nieve a los lados y empezaba a estar helada la carretera. Aún así no había muchas curvas y llegamos bien. Pero empezó la cuesta abajo. Vimos que las curvas eran muy chungas, los desniveles aún mayores y también había hielo. Sopesamos muy seriamente dar vuelta, pero cachito a cachito entre duda y duda habíamos bajado ya un buen rato. Lógicamente no hay fotos de los tramos más tensos, pues los ojos no se apartaban de la carretera
Las vistas eran una pasada pese a la bruma y por supuesto ya dijimos "from lost to the river" y llegamos hasta abajo. Unas cascaditas por el camino y llegamos al pie del fiordo donde nos encontramos un barco encallado hace años e indicado en la Lonely Planet.
LLegamos hasta el pueblito que está al final del fiordo y flipamos. ¿Quizá 5 casas contadas? Dimos vuelta cagando leches porque seguía lloviendo y no sabíamos siquiera si íbamos a poder subir. Y sin entrar en muchos detalles, subimos, pero por los pelos se queda corto. En el tramo más complicado probablemente podíamos ir a 2-3 km/h patinando todo el rato rezando para que la furgo no se parase. Una vez arriba respiramos y rumbo al otro fiordo: Seydisfjördur
Por el camino paró de llover y salieron algunos claros entre los nubarrones
Aquí la carretera ya estaba completamente asfaltada y se llegaba mucho mejor. El tiempo volvió a empeorar y nos tocó ver el fiordo bajo la bruma y la lluvia.
Bajamos hasta abajo y este sí, tenía un pueblecillo más grande. Incluso vimos que llegaban cruceros a él. Dimos un minipaseo y un rule en coche hasta el final del fiordo, cenamos algo en la furgo y emprendimos rumbo de noche hacia nuestro siguiente destino: Detifoss, una nueva aventura por carretera, pero eso ya será en el próximo capítulo. Como apunte para acabar, era muy curioso ver casas aisladas en el pie de una montaña enorme y vertical, con cascaditas por alrededor, cosa muy habitual en toda la isla.
2 comentarios:
Cagoenros, mira que yes cabezón eh?
Si te patina la furgo te encontramos criogenizau como Walt Disney jajaja :-P
Cabezón que soy, pero pasar pasé... y volví que era lo difícil!
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